El Sr. Edmundo Beteta se presentó ante la comisión del Congreso encargada de la evaluación de su candidatura a Contralor, requisito previo para su aprobación por el Congreso.
Para ser Contralor, según la ley, se necesita ser peruano de nacimiento; gozar del ejercicio de los derechos civiles; tener al menos 40 años; tener título profesional universitario y estar habilitado por el colegio profesional correspondiente; tener un ejercicio profesional no menor a 10 años y tener conducta intachable y reconocida solvencia e idoneidad moral.
El Sr. Beteta nació en Lima, goza de sus derechos civiles; tiene 42 años; es economista de la Universidad Católica y miembro activo del colegio de economistas del Perú; trabaja de economista desde 1996 y los que lo conocen consideran que tiene conducta intachable y solvencia e idoneidad moral. Luego de graduarse en la PUCP se fue a Santiago y sacó un postgrado en economía en la Universidad Jesuita Alberto Hurtado (antes ILADES/Georgetown University), y en Chile trabajó como docente, consultor y en programas sociales en el Ministerio de Hacienda.
Las preguntas de la Comisión debieron orientarse a conocer cuáles son las ideas del Sr. Beteta respecto a las actividades de una Contraloría moderna que cumpla con acompañar el desarrollo del Estado y por ende de las actividades ciudadanas. Para mi sorpresa se le preguntó qué hacía su esposa (el Sr. Beteta es soltero), si era chileno (mostró su carné de extranjería), si su padre era pariente de Mantilla (no lo es), si había tributado en el Perú sobre sus ingresos en Chile (se tributa donde uno domicilia), si antes de febrero tenía DNI (sacó uno nuevo por cambio de domicilio al volver al Perú), y cómo era posible que fuera consultor en Chile y también jefe de programa (como si fueran incompatibles).
Es inaceptable que el Congreso pierda, una vez más, la posibilidad de conocer cómo piensa quien por 7 años podría dirigir una institución fundamental para el país, centrándose en la agresión, el chisme y dedicándose a acosar a una persona que está dispuesta a realizar una labor de por sí complicada e ingrata, además de mal pagada. ¿Qué pasaría si esos mismos requisitos se les pidieran a los Congresistas? ¿Cuántos aprobarían?
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